El paso sin igual que tuvo River por Puerto Madryn terminó de la mejor manera para todos aquellos hinchas que -desde diferentes localidades- se acercaron para acompañar al equipo de Almeyda durante toda la semana. Terminó con victoria y goleada, ni más ni menos, en medio de un estadio que fue una verdadera fiesta millonaria.
Aunque la fiesta tuvo un prólogo plagado de incertidumbre. Es que transcurrida la primera media hora con el marcador en cero, no hubo indicio alguno que presagiara semejante triunfo. Sí principios de buenas actuaciones, como la del Chori Domínguez y Martín Aguirre.
Pero para empezar a festejar, los más de 3.000 hinchas de River que coparon Madryn tuvieron que esperar hasta los 34 minutos de juego, cuando Ocampos ganó un centro en el primer palo del arco rival y selló el 1-0 parcial. Y fue el mismo Ocampos el que, al minuto de juego del segundo tiempo, recuperó una pelota sobre la salida de Brown para que el Chori quedara mano a mano con el arquero Pereyra y marcara el 2-0 que empezó a develar la victoria.
Porque a partir de ese momento, el club del sur quedó completamente perdido en la cancha. A tal punto, que el tercer y cuarto gol del equipo de Almeyda fueron un mero trámite. El tercero llegó a los 33, a través de una contra guiada por Sánchez, que abrió el juego sobre la izquierda, para que el Chori intentara un remate fallido contra Pereyra. El rebote cayó en Cavenaghi, que ingresó al área con total soledad, y el Torito se ocupó de estirar la ventaja.
Y para comprobar el desconcierto rival, la liviandad de los defensores de Brown en el último tanto. Ahí, Cavenaghi tuvo todo el tiempo del mundo para recibir, acomodarse, patear y colocar un remate esquinado que -penal de Bottino al margen- cerró un partido de dominio completamente riverplatense. Bien acorde a lo que fue esta semana en Puerto Madryn.
Diego Javier Gonzalez